Érase una vez un alfarero que se había ganado buena fama en su trabajo por la calidad de sus creaciones, su especialidad era hacer vasijas, vasijas que eran unas verdaderas obras de arte debido al esmero con el que trabajaba el barro.
Para esto nuestro personaje seleccionaba cuidadosamente el barro con el que trabajaría para lo cual recorría muchos kilómetros en busca de encontrar un terreno que brindara el mejor material para sus creaciones, en cierta ocasión encontró un barro de un color y una textura diferentes lo cual llamo su atención y tomo un poco y lo guardo se dijo a si mismo:
-¡Que extraño barro! su color es de un amarillo muy singular. Tiene una apariencia muy sencilla, veré que puedo hacer con el.
Dicho esto lo tomó consigo y lo guardo junto con la materia prima que siempre utilizaba.
Cierta vez el rey del lugar con motivo del matrimonio del príncipe del reino vecino, le pidió al alfarero, que le hiciera la pieza de alfarería mas hermosa que pudiera, una estatuilla, una fuente, algo digno de un regalo para un príncipe y que se lo pagaría muy bien, ya que quería quedar bien con el monarca de aquel lugar ya que esto mejoraría las relaciones entra ambos lugares y traería la paz que se había perdido por antiguas rencillas.
El día que sucedió esta petición el alfarero se dio a la tarea de buscar su materia prima, pero por mucho que camino no encontró el material que necesitaba y aun mas ya que era muy importante la elaboración de este producto, después de mucho se dio por vencido, escaseo su materia prima, de inmediato se acordó que alguna vez había encontrado una material raro y al no tener otra alternativa, tuvo que utilizar este material.
Una vez que preparo el barro lo tomo entre sus manos y se dio a la tarea de hacer su trabajo, pero para su mala fortuna el barro que no era el que acostumbraba, no cedía, no se dejaba amoldar y cada vez que lo trataba este se hacia mas pequeño y difícil de moldear, entre mucho batallar, el alfarero solo pudo hacer una vasija muy pequeña.
Una vez terminada se dijo a si mismo.
-Que será de mi, el rey me encargó una estatuilla o algo muy especial y apenas he podido hacer una pequeña vasija-
-Esto no me lo perdonará mi amo e iré a la cárcel mejor envolveré el regalo y le diré al rey que de la orden de que no se abra hasta que sea en presencia del príncipe, después huiré y no volveré a este lugar no soy digno de mi trabajo, aunque lo hice con todo mi esmero-
el alfarero mando el regalo envuelto y el rey pidió que se cumplirá su deseo de no abrir el regalo.
Por fin llego el día de entregarlo y cuando el rey fue ante el príncipe para ofrecerle su regalo, cual fue su sorpresa de encontrarse que el regalo que ofrecía era una pequeña vasija, muy bonita en verdad pero muy pequeña, el príncipe la acepto de muy buna gana pero el rey se sintió humillado y en secreto mando que de inmediato se buscara al alfarero que se burlo de el.
El alfarero no tuvo tiempo de huir fue apresado y condenado a morir en la horca
-¡Por qué! se decía a si mismo el alfarero, ¡maldita sea mi suerte! de no haber sido por ese barro extraño, pero no tenia opción era lo único que tenia para trabajar.
Llegó el día de la ejecución y se preparo todo para el acto, el rey estaba presto para desquitarse de la vergüenza que le hizo, pasar el condenado a muerte, todo estaba listo, cuando llego la comitiva del príncipe, buscando al rey para agradecerle el regalo que este le había otorgado.
-Muchas gracias majestad donde conseguiste esa vasija que me diste-
-El rey no sabia que contestar. Fue un alfarero de mi reino-
-Tu regalo es muy especial mira que no poner atención y creí que era de barro pero observándola bien me di cuenta que era es una extraña especie de oro, poco conocido, mira que bien has cuidado que tu regalo haya sido el mas preciado, por ello vengo a decirte que las antiguas rencillas que se habían dado en nuestros pueblos han quedado olvidadas, de ahora en adelante, nuestros reinos podrán trabajar unidos y en paz.
El rey no sabia que responder de lo sorpresivo del momento
-Gracias querido príncipe, este regalo fue hecho especialmente para ti-
De inmediato el rey revindico su actitud y pidió que cesara la ejecución, mando llamar al alfarero y le dijo de frente:
-Estimado amigo estuve apunto de cometer una injusticia contigo y tu no me lo reprochaste, lo cual me hace pensar que eres un hombre fiel, por que no me dijiste que este era un regalo muy especial, mira que tan especial fue que las rencillas con el reino vecino han quedado sanadas. Desde ahora te nombro mi consejero particular, además que seguras trabajando el lo tuyo, pero dime como es que haces tu trabajo.
-señor, yo solo lo hago lo mejor que puedo, tomo el barro entre mis manos y comienzo a moldearlo con todo esmero hasta terminar mi obra.
A lo que el rey contesto.
-Sigue trabajando igual, de la misma manera con que trabajas el barro, indícame como he de gobernar a mi pueblo, para que en este brille la prosperidad.
Y aquel fue un reino muy feliz.
De la misma manera en que un alfarero moldea el barro, Cristo nos moldea hasta poder convertirnos en bellas vasijas valiosas como el oro, Todo esto es posible cuando somos capaces de reconocerle como nuestro señor y ponernos en sus manos.
Tu Señor, sé mi alfarero, yo el barro soy, moldéame porque a tu imagen quiero ser
Para esto nuestro personaje seleccionaba cuidadosamente el barro con el que trabajaría para lo cual recorría muchos kilómetros en busca de encontrar un terreno que brindara el mejor material para sus creaciones, en cierta ocasión encontró un barro de un color y una textura diferentes lo cual llamo su atención y tomo un poco y lo guardo se dijo a si mismo:
-¡Que extraño barro! su color es de un amarillo muy singular. Tiene una apariencia muy sencilla, veré que puedo hacer con el.
Dicho esto lo tomó consigo y lo guardo junto con la materia prima que siempre utilizaba.
Cierta vez el rey del lugar con motivo del matrimonio del príncipe del reino vecino, le pidió al alfarero, que le hiciera la pieza de alfarería mas hermosa que pudiera, una estatuilla, una fuente, algo digno de un regalo para un príncipe y que se lo pagaría muy bien, ya que quería quedar bien con el monarca de aquel lugar ya que esto mejoraría las relaciones entra ambos lugares y traería la paz que se había perdido por antiguas rencillas.
El día que sucedió esta petición el alfarero se dio a la tarea de buscar su materia prima, pero por mucho que camino no encontró el material que necesitaba y aun mas ya que era muy importante la elaboración de este producto, después de mucho se dio por vencido, escaseo su materia prima, de inmediato se acordó que alguna vez había encontrado una material raro y al no tener otra alternativa, tuvo que utilizar este material.
Una vez que preparo el barro lo tomo entre sus manos y se dio a la tarea de hacer su trabajo, pero para su mala fortuna el barro que no era el que acostumbraba, no cedía, no se dejaba amoldar y cada vez que lo trataba este se hacia mas pequeño y difícil de moldear, entre mucho batallar, el alfarero solo pudo hacer una vasija muy pequeña.
Una vez terminada se dijo a si mismo.
-Que será de mi, el rey me encargó una estatuilla o algo muy especial y apenas he podido hacer una pequeña vasija-
-Esto no me lo perdonará mi amo e iré a la cárcel mejor envolveré el regalo y le diré al rey que de la orden de que no se abra hasta que sea en presencia del príncipe, después huiré y no volveré a este lugar no soy digno de mi trabajo, aunque lo hice con todo mi esmero-
el alfarero mando el regalo envuelto y el rey pidió que se cumplirá su deseo de no abrir el regalo.
Por fin llego el día de entregarlo y cuando el rey fue ante el príncipe para ofrecerle su regalo, cual fue su sorpresa de encontrarse que el regalo que ofrecía era una pequeña vasija, muy bonita en verdad pero muy pequeña, el príncipe la acepto de muy buna gana pero el rey se sintió humillado y en secreto mando que de inmediato se buscara al alfarero que se burlo de el.
El alfarero no tuvo tiempo de huir fue apresado y condenado a morir en la horca
-¡Por qué! se decía a si mismo el alfarero, ¡maldita sea mi suerte! de no haber sido por ese barro extraño, pero no tenia opción era lo único que tenia para trabajar.
Llegó el día de la ejecución y se preparo todo para el acto, el rey estaba presto para desquitarse de la vergüenza que le hizo, pasar el condenado a muerte, todo estaba listo, cuando llego la comitiva del príncipe, buscando al rey para agradecerle el regalo que este le había otorgado.
-Muchas gracias majestad donde conseguiste esa vasija que me diste-
-El rey no sabia que contestar. Fue un alfarero de mi reino-
-Tu regalo es muy especial mira que no poner atención y creí que era de barro pero observándola bien me di cuenta que era es una extraña especie de oro, poco conocido, mira que bien has cuidado que tu regalo haya sido el mas preciado, por ello vengo a decirte que las antiguas rencillas que se habían dado en nuestros pueblos han quedado olvidadas, de ahora en adelante, nuestros reinos podrán trabajar unidos y en paz.
El rey no sabia que responder de lo sorpresivo del momento
-Gracias querido príncipe, este regalo fue hecho especialmente para ti-
De inmediato el rey revindico su actitud y pidió que cesara la ejecución, mando llamar al alfarero y le dijo de frente:
-Estimado amigo estuve apunto de cometer una injusticia contigo y tu no me lo reprochaste, lo cual me hace pensar que eres un hombre fiel, por que no me dijiste que este era un regalo muy especial, mira que tan especial fue que las rencillas con el reino vecino han quedado sanadas. Desde ahora te nombro mi consejero particular, además que seguras trabajando el lo tuyo, pero dime como es que haces tu trabajo.
-señor, yo solo lo hago lo mejor que puedo, tomo el barro entre mis manos y comienzo a moldearlo con todo esmero hasta terminar mi obra.
A lo que el rey contesto.
-Sigue trabajando igual, de la misma manera con que trabajas el barro, indícame como he de gobernar a mi pueblo, para que en este brille la prosperidad.
Y aquel fue un reino muy feliz.
De la misma manera en que un alfarero moldea el barro, Cristo nos moldea hasta poder convertirnos en bellas vasijas valiosas como el oro, Todo esto es posible cuando somos capaces de reconocerle como nuestro señor y ponernos en sus manos.
Tu Señor, sé mi alfarero, yo el barro soy, moldéame porque a tu imagen quiero ser
EL CAMINANTE
1 Co 13
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