Hábitos, virtudes y vicios.
¿Quién soy? y ¿cómo llegue a ser lo que soy? Son dos interrogantes esenciales en que todos en algún momento y circunstancia específica de nuestra vida habremos de de responder a nosotros mismos y dado que de la respuesta depende nuestro modo de ser y de actuar, es una de las preguntas esenciales de nuestra vida.
A menudo cuando nos preguntan ¿Quién eres? Respondemos con nuestro nombre, y de hecho es una muy interesante aproximación pues éste nos vincula con un pasado, que es nuestra familia, y una historicidad, que es el contexto en el que surge, es muy enriquecedor comentar en familia el porqué de nuestro nombre, ello encierra en algunas veces la continuidad de tradiciones, otras historias, o personas significativas que tejen una red de significados que dejan ver los anhelos y expectativas de quienes nos participaron de su ser. El nombre nos da una identidad, ponerle nombre a una cosa o una mascota es una manera de distinguirle, pero ponerle nombre a una persona es la mejor manera de identificarle y la manera como él se va a identificar, tan es así que en la antigüedad a los niños no se les reconocía como personas y no se identificaban hasta no desarrollar una virtud, de modo que durante todo ese tiempo solo se les llamaba “hijo de” y el nombre de su padre. Muchos de los apellidos actuales son vestigios de aquellas épocas.
Nuestros actos periféricos, esto es aquello que excepcionalmente hacemos, sea bueno o malo, tampoco dice mucho de nosotros, no obstante es muy común que “al que mata un perro mataperros se le queda” esto es sacamos conclusiones apresuradas.
Algo que certeramente nos puede dar una luz acerca de quién somos son nuestros hábitos o costumbres, Aristóteles le llamaba la segunda naturaleza, llamaba al ser humanos como “un animal de costumbres”, aun que Mafalda, refiriéndose a la guerra, dice que más bien tenemos la costumbre de ser animales”. Los hábitos son una predisposición adquirida, esto es no nacemos con ellos, los desarrollamos, la más de las veces mediante la repetición constante y podemos cambiarlos. Todos los hombres somos iguales, lo que verdaderamente nos distingue son nuestros hábitos.
Cuando los hábitos se nos hacen ser mejores les denominamos virtudes, y por el contrario cuando se contraponen o alejan a esta meta les denominamos vicios. Dice Nietzsche “quien quiere algo lo logra, si no lo logra es que no lo quería lo suficiente” me parece que “querer” es desarrollar los hábitos que implica el alcanzar la meta, y el fracaso es una oportunidad de aprender más.
La educación del carácter esta vinculada con el desarrollo de los hábitos orientados a una meta, la clave es la constancia. El desarrollo de los hábitos implica un procesos en el cual invariablemente se presenta el “vacío” o esto es la ausencia del inicial entusiasmo, la diferencia entre el amor y el enamoramiento es precisamente esto, el habito, el carácter la predisposición de buscar constante y continuamente le bien hacia la persona amada.
La formación de hábitos es la mejor y quizás la única manera de alcanzar el éxito. Pero todos nuestros hábitos pueden ser cambiados, claro que ello implica el desarrollo de otra virtud que es la perseverancia.
Los hombres se forman haciendo cosas buenas.
¿Quién soy? y ¿cómo llegue a ser lo que soy? Son dos interrogantes esenciales en que todos en algún momento y circunstancia específica de nuestra vida habremos de de responder a nosotros mismos y dado que de la respuesta depende nuestro modo de ser y de actuar, es una de las preguntas esenciales de nuestra vida.
A menudo cuando nos preguntan ¿Quién eres? Respondemos con nuestro nombre, y de hecho es una muy interesante aproximación pues éste nos vincula con un pasado, que es nuestra familia, y una historicidad, que es el contexto en el que surge, es muy enriquecedor comentar en familia el porqué de nuestro nombre, ello encierra en algunas veces la continuidad de tradiciones, otras historias, o personas significativas que tejen una red de significados que dejan ver los anhelos y expectativas de quienes nos participaron de su ser. El nombre nos da una identidad, ponerle nombre a una cosa o una mascota es una manera de distinguirle, pero ponerle nombre a una persona es la mejor manera de identificarle y la manera como él se va a identificar, tan es así que en la antigüedad a los niños no se les reconocía como personas y no se identificaban hasta no desarrollar una virtud, de modo que durante todo ese tiempo solo se les llamaba “hijo de” y el nombre de su padre. Muchos de los apellidos actuales son vestigios de aquellas épocas.
Nuestros actos periféricos, esto es aquello que excepcionalmente hacemos, sea bueno o malo, tampoco dice mucho de nosotros, no obstante es muy común que “al que mata un perro mataperros se le queda” esto es sacamos conclusiones apresuradas.
Algo que certeramente nos puede dar una luz acerca de quién somos son nuestros hábitos o costumbres, Aristóteles le llamaba la segunda naturaleza, llamaba al ser humanos como “un animal de costumbres”, aun que Mafalda, refiriéndose a la guerra, dice que más bien tenemos la costumbre de ser animales”. Los hábitos son una predisposición adquirida, esto es no nacemos con ellos, los desarrollamos, la más de las veces mediante la repetición constante y podemos cambiarlos. Todos los hombres somos iguales, lo que verdaderamente nos distingue son nuestros hábitos.
Cuando los hábitos se nos hacen ser mejores les denominamos virtudes, y por el contrario cuando se contraponen o alejan a esta meta les denominamos vicios. Dice Nietzsche “quien quiere algo lo logra, si no lo logra es que no lo quería lo suficiente” me parece que “querer” es desarrollar los hábitos que implica el alcanzar la meta, y el fracaso es una oportunidad de aprender más.
La educación del carácter esta vinculada con el desarrollo de los hábitos orientados a una meta, la clave es la constancia. El desarrollo de los hábitos implica un procesos en el cual invariablemente se presenta el “vacío” o esto es la ausencia del inicial entusiasmo, la diferencia entre el amor y el enamoramiento es precisamente esto, el habito, el carácter la predisposición de buscar constante y continuamente le bien hacia la persona amada.
La formación de hábitos es la mejor y quizás la única manera de alcanzar el éxito. Pero todos nuestros hábitos pueden ser cambiados, claro que ello implica el desarrollo de otra virtud que es la perseverancia.
Los hombres se forman haciendo cosas buenas.
AUTOR: L.F. FRANCISCO SOLIS SOLANO
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