Había una vez un naranjo, que un día produjo flores, pero otro día se marchitaron...
Un hombre que no entendía de naranjos dijo que ese árbol no daría nada, ya que las flores se habían marchitado.
Pero otro que entendía de naranjos se quedó tranquilo y dijo que era entonces cuando comenzarían a brotar los frutos.
Y los frutos comenzaron a brotar. El hombre que entendía de naranjas se puso a observar uno de los frutos que brotaron.
Y el fruto que había sido florecilla marchita, después medía, un centímetro. Era pequeño e inmaduro. Creció y continuó siendo pequeño e inmaduro. Creció un poco más y se volvió mediano e inmaduro Creció más aún y se volvió grande e inmaduro.
Cuando llegó a la época de la plenitud fisica, el hombre que no entendía de naranjas, dijo que ya debía ser arrancada. Físicamente tiene el tamaño de una naranja, parece una naranja, no va a crecer más, de ahora en adelante sólo va a envejecer.
Por tanto, vamos a arrancar esta naranja mientras no envejezca.
Pero el hombre que entendía de naranjas, objetó diciendo:
- iTú no entiendes nada de la vida! Parece una naranja, tiene el tamaño de una naranja, no va a crecer más; pero todavía no es una naranja: iTodavía no esta madura ni dulce por dentro! Déjala que reciba la luz de lo alto, que chupe la savia de la tierra con mayor intensidad que antes, y transforme su interior en sustancia dulce. Entonces comenzará a estar dorada por fuera y dulce por dentro
El error de mucha gente es querer obligar a una naranja a ser fruto útil, sólo porque tiene el fisico de una naranja. La naranja se juzga por dentro, no por su tamaño exterior.
Del libro:
"Un joven cuesta muy poco"
- P. Zezinho.
E. Paulinas
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