Querido Joven Católico:
Solo porque deberías estar haciendo algo
no significa que esto sea fácil, ni tampoco significa que deberías
hacerlo solo y sin apoyo. Existen ocasiones cuando el ser católico puede ser duro,
cuando sientes que eres la única persona en todo el mundo que cree en
lo que crees y cuando las expectativas parecen ser enormes e imposibles. Hay ocasiones en que el ir contra corriente en el mundo actual es simplemente agotador, la fe parece confundirse y la santidad parece no tener recompensa alguna.
Tal vez tu fe se encuentra en una batalla campal en estos momentos.
Tal vez no veas la relevancia de la misma en tu vida. Tal vez todo en
tu vida va bien, pero tu fe se siente como una obligación que debes
cumplir. O tal vez algunas cosas en los últimos días parecen haberse
desmoronado y Dios aparece distante, frío y silencioso. Tal vez la ira y
el dolor nublan todo entendimiento y el futuro aparece incierto. O tal
vez sepas que tu fe significa todo para ti, pero el precio que estás
pagando por ella es mucho más alto de lo que alguna vez imaginaste y no
hay nadie a tu lado que te apoye y te aliente.
Tal vez
todo lo que sientas sea culpa y juicios propios contra ti mismo por las
veces en que cometes errores. Y tal vez ya estés cansado de dar
explicaciones y de terminar relaciones cuando te ves obligado a
sacrificar tus principios. Tal vez hayas experimentado tanto rechazo por el simple hecho de ser católico que ya no te queda nada por dar a otros.
Tal vez anheles amigos con los cuales puedas compartir tu fe, amigos
que entiendan quien eres y el por qué crees todas estas cosas. Tal vez
quisieras tener a alguien con quien ir a misa, alguien con quien
sentarte a rezar, alguien a quien contarle tus dudas y dificultades. Tal
vez estés agotado de defender la única cosa que te da tanta alegría.
Puede
ser tan difícil cuando no hay nadie alrededor que te recuerde que todo
este gran esfuerzo vale la pena. Es desalentador cuando nadie entiende
cuanta soledad te trae el ir a misa sin compañía, o cuanto esfuerzo
requiere y cuanta tristeza produce el tener que alejarte de situaciones
que aunque te parezcan atractivas pero sabes que no son buenas. Tal vez estés cansado de cometer los mismos errores una y otra vez. Es difícil, ¡lo sé! Y quiero animarte.
Quiero
recordarte que aunque ahora te sientas solo en tu fe y estés pasando por
muchas dificultades, compartimos contigo todo el esfuerzo y queremos
hacerte recordar la dicha y la amistad profunda que trae el conocer a
Cristo. En cualquier situación o etapa que estés, continúa.
Algunas veces todo lo que necesitas son pequeños pasos. Continúa rezando, incluso si solo son cinco minutos en el día.
Sabes
que puedes estar orgulloso de ser católico. Es lo que te hace ser quien
eres y te hace reconocer que eres una persona única e interesante. Ser
católico es parte de esa hermosa pieza que realza la hermosura de tu
ser. No siempre vas a estar rodeado por personas que ven tu fe de forma
negativa. Conocerás gente que se verá intrigada o cuestionada por tu fe,
que genuinamente desearán saber más y que están esperando por una
oportunidad para compartir algo personal sobre ellos mismos. Conocerás
personas que te dirán que ellos también quieren eso que tú tienes –ya
sea el sentido de tu vida, la paz que proyectas, o esa seguridad que te
da el saber que eres amado incondicionalmente por Dios–.
Digo
esto no con la intención de crear barreras, sino con la intención de
animarte, de darte coraje en los momentos en que crees que tu fe es una
carga. Te aseguro que habrán momentos inesperados cuando tu fe te
sorprenderá por el poder que tiene para lo bueno, para crear conexiones
con otros, para ayudar a cambiar vidas. No olvides el enorme poder de tu fe. Dios trabajará a través tuyo en formas increíbles, formas que nunca jamás hubieras imaginado ni en el más loco de tus sueños.
Yo entiendo. Es difícil ser un joven católico.
Tal vez sientas que lo puedes hacer mucho mejor. Tal vez te sientas
perdido. Espero que por el simple hecho de reconocer estas dificultades
en esta carta puedas sentirte mejor, puedas sentirte menos solo. Sí, las
cosas cambian y un día todas estas dificultades que enfrentas, ya no
serán tan difíciles. Pero incluso así, quiero que sepas que estamos
rezando por ti, que te estamos animando, y que compartimos tus
sufrimientos. ¡Juntos, con Cristo y su Madre María, podremos lograrlo!
Con todo mi amor y oraciones,
De un joven católico a otro.
Tomado de la pagina
http://catholic-link.com/
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