COMO CORREGIR SIN HERIR
En cierta ocasión me encontraba trabajando con un
grupo de voluntarios que pintaban un viejo templo. Un señor
se puso de capataz para decirnos lo que debíamos hacer. Un
joven enlazó una soga en la torre y trepó por ella para pin-
tarla, cosa bastante difícil. Con el balde de pintura colgando
de la cintura, se sostenía de la soga con una mano mientras
que con la otra pintaba a todo vapor. El capataz, desde el
suelo le gritó:
--Estás salpicando de pintura, hazlo más despacio.
El joven bajó por la soga y le entregó al capataz el balde
y la brocha, diciendo:
--Muéstrame cómo.
Cuando se crea usted en la necesidad de abrir la boca y
señalar las faltas ajenas, considere primero cómo hacerlo,
ayudar y mostrar. Comprobará que la tarea que quiere criticar
En cierta ocasión me encontraba trabajando con un
grupo de voluntarios que pintaban un viejo templo. Un señor
se puso de capataz para decirnos lo que debíamos hacer. Un
joven enlazó una soga en la torre y trepó por ella para pin-
tarla, cosa bastante difícil. Con el balde de pintura colgando
de la cintura, se sostenía de la soga con una mano mientras
que con la otra pintaba a todo vapor. El capataz, desde el
suelo le gritó:
--Estás salpicando de pintura, hazlo más despacio.
El joven bajó por la soga y le entregó al capataz el balde
y la brocha, diciendo:
--Muéstrame cómo.
Cuando se crea usted en la necesidad de abrir la boca y
señalar las faltas ajenas, considere primero cómo hacerlo,
ayudar y mostrar. Comprobará que la tarea que quiere criticar
Quiza no sea no sea tan fácil como a usted le parecía
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